CIUDAD DEL VATICANO, 8 ENE 2008 (VIS).-El arzobispo Silvano M. Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, intervino el pasado 10 de diciembre de 2007 en la sesión ordinaria del Consejo de los Derechos Humanos de ese organismo que conmemorará a lo largo del presente año el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (París, 10 de diciembre de 1948).
El prelado afirmó que esa declaración "sigue siendo el punto de referencia más importante para la discusión intercultural sobre la libertad y la dignidad humana en el mundo y representa la base jurídica habitual para cualquier discusión concerniente a los derechos humanos".
Los derechos de los que habla la Declaración Universal, subrayó el arzobispo, "no son conferidos por los estados u otras instituciones sino que son inherentes a cada persona, independientemente de cualquier tradición ética, social, cultural o religiosa, si bien sean en muchos casos el resultado de ellas".
"La dignidad humana atañe a la democracia y a la soberanía -prosiguió- pero, al mismo tiempo, va más allá de las mismas" y "exige a todas las partes interesadas (...) que trabajen en favor de la libertad, la igualdad y la justicia social para todos los seres humanos, respetando a la vez la pluralidad cultural y religiosa. El hecho de que todos tengamos en común la dignidad humana representa la base indispensable sobre la que se asienta la interrelación e indivisibilidad de los derechos humanos, sociales, civiles y políticos, culturales y económicos".
Asimismo la Declaración Universal "reconoce que el respeto de todos los derechos humanos es el origen de la paz" y "la paz no se concibe solamente como la ausencia de la violencia, sino que lleva aparejada la cooperación y la solidaridad en el ámbito nacional e internacional, como la forma necesaria para promover y defender el bien común de todas las personas".
Recordando que "60 años después de la Declaración muchos miembros de la familia humana están todavía muy lejos de disfrutar de sus derechos y de ver satisfechas sus necesidades básicas", el arzobispo señaló que las celebraciones conmemorativas pueden servir para demostrar "que todo ser humano, sea como individuo que como miembro de una comunidad, tiene el derecho y la responsabilidad de defender y poner en práctica todos los derechos humanos".
VIS 080108 (390)