lunes, 10 de septiembre de 2007

Torreciudad. Jornada de las familias.

Torreciudad. Jornada mariana de las familias.

 

El sábado 8 de septiembre amaneció magnífico. Todo el día con sol y un viento fresco que hizo de la estancia en Torreciudad (Huesca) unos momentos agradabilísimos. Había sus motivos: los que nos acompañaron rezumaban alegría, la sombra de la Virgen nos acogía, era la fiesta de su Natividad, estuvimos con el Prelado del Opus Dei... todo ayudaba.

 

Si dar cifras de asistencia, con el dato de los 200 autobuses y los 3.000 automóviles, muchos de ellos furgonetas familiares, podríamos estar cerca de las 24.000 personas. ¿Diremos cercanos a los 30.000? No hace falta... la cifra del parque móvil es impresionante. Aunque no íbamos a estar ahí por la cantidad sino por la calidad del acto y de la compañía.

 

El ambiente era claramente familiar. Los niños estaban seguros de que era su fiesta y los mayores disfrutaban viendo tanto futuro, y un futuro cristiano. Se vió la fe hecha realidad en esas familias, muchas de ellas numerosas, que con dificultades y con generosidad, confiando en Dios, se han lanzado a la aventura maravillosa del amor sin oir las voces de sirena e infecundas de los alarmistas agoreros.

 

Tuvimos Santa Misa con la homilía del Prelado del Opus Dei, tertulia por la tarde y después acabamos el acto con el rezo del Santo Rosario en familia y la Bendición con el Santísimo Sacramento.

 

Tanto la ida como la vuelta fue organizada por un numeroso equipo de voluntarios y colaboró, de un modo ejemplar, la Guardia Civil. Estos últimos, de un modo discreto, sin ponerse medallas, hicieron que el tráfico se desarrollase con fluidez y "sin que se les notase" fueron unos ángeles custodios de los peregrinos.

 

El Prelado de la Obra habló de la familia cristiana... y hay contenido para llenar varios folios. No quiero aquí hacer un resumen pero sí señalar que nos animó a ser generosos con Dios y con los demás miembros de la familia, a vivir de fe, a hacer un apostolado familiar: que nos vean alegres, leales, buenos profesionales, que aceptemos el don de Dios de la vida; que los que no tienen hijos también han sido bendecidos por Dios y tienen como hijos los de sus amigos y familiares; que recemos por el Papa Benedicto XVI; que recemos por la expansión de toda la Iglesia por el mundo; que tomemos en serio la educación de los hijos, que les dediquemos tiempo, son el primer y principal negocio. Y, como colofón diré lo que más me impresionó: que tengamos fe en que podemos educar cristianamente a los hijos en el ambiente que nos ha tocado vivir. Optimismo y confianza en Dios y en su Madre. Poniendo los medios, dedicándoles el tiempo que podemos el Señor nos ayudará muchísimo.

 

frid