Irlanda: la paz sólo es posible con el respeto a la vida, la comprensión y el perdón.
El Santo Padre al recibir al nuevo embajador de Irlanda, recordó la importancia de la fe cristiana para actuar con perdón y vencer las crisis que generan violencia, así como la necesidad de respetar toda vida humana, desde su concepción a la muerte natural.
IRLANDA: PAZ POSIBLE CON PERDON, RECONCILIACION, RESPETO
CIUDAD DEL VATICANO, 15 SEP 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy las cartas credenciales de Noel Fahey, nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede.
El Papa comenzó su discurso recordando que "desde hace más de mil seiscientos años el cristianismo forma parte de la identidad cultural, moral y espiritual de los irlandeses" y sigue siendo "levadura en la vida de la nación. (...) La fe cristiana no ha perdido nada de su importancia para la sociedad contemporánea, ya que toca "la esfera más profunda del ser humano". Hablando a continuación del crecimiento económico sin precedentes del país, el Santo Padre observó que esa prosperidad había "aportado indudablemente seguridad material a muchos", pero a su sombra "el secularismo (...) ha comenzado a dejar su señal".
Benedicto XVI elogió la reciente iniciativa de promover un "diálogo estructurado" entre la Iglesia y el Estado en Irlanda. Algunos se preguntan, continuó, si la Iglesia está autorizada a aportar "su contribución en el gobierno de una nación" o si por el contrario, "en una sociedad pluralista y democrática la fe y la religión no deberían relegarse a la esfera privada".
"La Iglesia, cuando articula la verdad revelada -afirmó- sirve a todos los miembros de la sociedad, iluminando las bases de la moral y la ética, y purificando la razón para asegurar su apertura a la consideración de las verdades últimas. (...) Lejos de amenazar la tolerancia de las diferencias o la pluralidad cultural, o de usurpar el papel del Estado, tal contribución ilumina la verdad intrínseca que hace posible el acuerdo general y garantiza que el debate público sea racional, honesto y responsable".
"Cuando la verdad se descuida, el relativismo toma su lugar: en vez de gobernar según los principios, las opciones políticas dependen cada vez más de la opinión pública, los valores se dejan de lado para perseguir determinados objetivos e incluso las categorías de verdad, de bueno y malo, de justo y equivocado, ceden el paso al cálculo pragmático de ventaja y desventaja".
Benedicto XVI elogió los frutos del Proceso de Paz de Irlanda del Norte, que han sido posibles gracias al "amplio apoyo internacional, a la determinación política del gobierno irlandés y británico y a la disponibilidad de los individuos y comunidades para dar muestra de la sublime capacidad humana de perdonar". El Papa manifestó su deseo de que este proceso "inspire a los líderes políticos y religiosos de otros lugares atormentados de nuestro mundo para reconocer que la paz duradera sólo se puede construir sobre el perdón, la reconciliación y el respeto mutuo".
Hablando del interés de Irlanda por la defensa del medio ambiente, el Santo Padre subrayó que "la promoción del desarrollo sostenible y la atención particular al cambio del clima son temas de importancia capital para la entera humanidad y ninguna nación o sector empresarial deberían ignorarlos", pero mientras "la majestad de la mano divina en la Creación se reconoce con facilidad (...) es más difícil reconocer la gloria y el esplendor divino que coronan expresamente al ser humano".
"Hay una especie de moralidad dividida -dijo el Papa-. Los grandes temas vitales y morales de la paz, la no violencia, la justicia y el respeto de la creación no confieren de por sí dignidad al ser humano. La dimensión primaria de la moralidad se deriva de la dignidad innata de la vida humana "desde su concepción a la muerte natural", una dignidad conferida por Dios".
"¡Qué inquietante es que con frecuencia los mismos grupos sociales y políticos que admirablemente piden respeto por la creación de Dios presten escasa atención a la maravilla de la vida en el seno materno!", exclamó el Santo Padre, que manifestó al mismo tiempo su deseo de que, sobre todo entre los jóvenes, "el interés por el medio ambiente les lleve a profundizar en su comprensión del orden y la magnificencia de la Creación de Dios, cuyo centro y cumbre son el hombre y la mujer".
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