La bandera de la muerte. Soria y Bermejo los abanderados.
La madurez de una sociedad que puede ser medida por el número de suicidios, alcanzó en 2.005 según el INE la cifra 3.381 superior a las de tráfico de ese año que a sensu contrario si combaten. Entre otras razones para no romperse uno la maldita cabeza -Gobierno 2007 de España dixit-. Masivo suicidio sin ayuda, que tendría plena solidez argumental de hacer caso a las justificaciones "eutanasiadoras" de Bermejo porque son muchos los que reflexionan sobre el derecho invidual a la muerte, bajo el contexto del aumento de la longevidad y el nivel de bienestar.
Lo que los avances médicos y la prosperidad te da, San Gobierno te autoriza a que te lo quites. Tu propia vida. Autorización a morir al ser que no se siente querido, y que no encuentra justificación en la sociedad a practicar ese derecho ( y ese deber) a la vida. Quién no va a argumentar mejor este guión que el impedido y enfermo dependiente. La bandera de la muerte siempre ha ondeado en la humanidad y la Historia su notario. Su reconocimiento y el triunfo sobre ella de Dios que nos recuerda Benededicto XVI en su exégesis sobre Jesús de Nazaret, es reforzado por el universal derecho apodíptico del amor a la propia vida y la de los demás sobre el obligatorio derecho casuístico del no matarás de los Mandamientos. Los hombres y la muerte no cambian, lo que se modifican son las formas.
José Carlos Navarro Muñoz.