lunes, 8 de octubre de 2007

Quiero ser libre



DEPENDENCIAS


La libertad como la belleza, con la que guarda relación, reside en el interior. Ella nos permite elegir lo bueno sin que influya su aspecto y está por encima de las barreras arquitectónicas o de cualquier otra naturaleza que dificultan nuestra movilidad, porque todos tenemos limitaciones a superar en nuestras vidas. Por ello, no es más dependiente el que tiene restricciones físicas o psíquicas que quien no posee criterios para tomar decisiones; sólo es libre de verdad quien puede responder de sus actos.

Recientemente asistía a la apertura de un foro, propiciado por la Plataforma del Voluntariado, para debatir sobre la Ley de Dependencia (LEY 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia). Un loable intento de apoyar a las personas que carecen de la necesaria autonomía para valerse por sí mismas y de paliar la problemática personal o familiar que se genera en estas situaciones. Un gran paso, si no es a costa de olvidarnos de lo que lo realmente importa: Que, en todas las relaciones humanas, obtendremos unos resultados, mejores o peores, según el corazón que pongamos en cada problema.

Por lo pronto, la ley conjuga autonomía y dependencia, términos que son excluyentes. Dicho de otra forma, que si hay dependencia es porque falta la autonomía en un cierto grado, muchas veces imposible de superar. Porque, de tener solución, entraríamos en otros ámbitos como son el de la educación o el de la asistencia sanitaria.

La ley, como se dice en sus intenciones, plantea un amplio recorrido, para después irse a las ayudas que cada situación pudiera recibir, en función de las Autonomías y Presupuestos; lo cual es, de por sí, otro amplio campo de dependencias. La presente Ley (dice) tiene por objeto regular las condiciones básicas que garanticen la igualdad en el ejercicio del derecho subjetivo de ciudadanía a la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, con la colaboración y participación de todas las Administraciones Públicas y la garantía por la Administración General del Estado de un contenido mínimo común de derechos para todos los ciudadanos en cualquier parte del territorio del Estado español.

La literatura nos ofrece admirables síntesis sobre la valoración de las apariencias y lo que cada persona tiene dentro de sí. Una de estas preciosas piezas es, sin duda, “La bella y la bestia”. Un enfrentamiento entre lo aparente y lo verdadero, entre las deformaciones que se perciben desde nuestros prejuicios y lo que puede llegar a lograr y ofrecer un ser humano, cuando le damos la oportunidad y le abrimos el corazón.

Una anciana, recogida en una residencia, se quejaba a la persona que la trataba de su soledad. La psicóloga intentaba animarla e ilusionarla con el plan de actividades y de relaciones que allí existían para dar contenido a la vida de los residentes, así como con el trato personalizado de los cuidadores. A todo lo que ella asentía, para concluir diciendo: Aquí me tratáis con mucho esmero y delicadeza, me dais más de lo que siempre he tenido y con gran dedicación; pero, en mi casa, me querían.

Javier Peña Vázquez * Málaga

En Pro Vida Liberal.