jueves, 4 de octubre de 2007

Pasiones frente a la razón



De Aragón Liberal

Hay un chorro continuo de imágenes que se recibe a cualquier hora del día y de la noche. Se cierran los ojos y esas imágenes se mantienen en la mente y hasta se proyectan hacia el exterior cuando se habla con alguien, cuando se intercambian imágenes que no opiniones. Se ofrecen imágenes, más o menos depuradas, en lugar de análisis de la situación porque aquellas son fáciles de transmitir sobre todo cuando su impacto emocional es fuerte.


Las emociones suelen ir por libre y se disparan en cualquier momento. El captador de imágenes lo sabe bien y procura obtener quizá el brote de una lágrima en alguna situación de tensión, una mirada de complicidad en el ofrecimiento de algo apetitoso o un gesto de grave preocupación en el rostro de alguien importante. Se llega así, con rapidez, a movilizar los sentimientos de gran cantidad de personas que, tal vez, no dediquen tiempo a conocer en profundidad lo que haya sido la causa de esa lágrima, de esa mirada, de ese gesto grave.


En la mayoría de los casos el captador de imágenes se siente movido por su propia sensibilidad. Son como los maestros del arte de la pintura que se sienten atraídos por la delicadeza del paisaje, la belleza serena de un rostro, la atención de alguien sobre aquello que cocina o cualquier otro detalle de la actividad humana, y sus pinceles lo eternizan en sus lienzos tanto para su propia satisfacción como para la de mucha otra gente que, a lo largo del tiempo, se asomará a esas telas. Lo más probable es que nunca lleguen a sentir, con la misma calidad e intensidad, la emoción del pintor pero se aproximarán en mayor o menor grado.


Esas emociones puede que lleguen a desaparecer fácilmente si no se las fortalece con la investigación de los motivos que las producen. Es necesario conocer con exactitud si aquello que ha llegado a nosotros como algo aislado tiene raíces fuertes o si sólo es una brisa pasajera. En aquellas se encontrará fundamento para el desarrollo de una vida, mientras que la brisa sólo fue algo momentáneo, algo que se podrá recordar pero que no genera nuevas brisas. La vida presenta serias dificultades y éstas se vencen con energía; no con debilidades.


Hay quien se apasiona con sus emociones, que vive sólo de ellas y que las toma como norma de vida. Se equivocarán en no pocas ocasiones aquellos que así obren. Las pasiones se hacen dueñas de la voluntad y anulan la capacidad de pensar, de razonar en busca de la verdad; del fundamento de lo que aparece en una imagen hasta llegar a conocer su por qué.


Es un deber serio - que cada persona tiene - el procurar analizar lo que sucede y lo que pueda suceder, sin dejarse llevar por las emociones y menos aún por las pasiones. Es cierto que ello obliga a un esfuerzo importante, pero es necesario si no se quiere dejarse arrastrar por lo que se oiga, por lo que nos señalen basado en imágenes que no responden a la verdad de la cuestión. Hay, por desgracia, quienes así lo intentan.


Manuel de la Hera Pacheco.- 3.Octubre.2007

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