LA CULTURA DE LA MUERTE
Ha sido noticia hace breves días las declaraciones del ministro de justicia, Mariano Fernández Bermejo, el las que el susodicho político afirmaba, alegremente , que “ve madura a la sociedad española para el debate sobre la eutanasia”; introduciendo así este polémico asunto en la agenda, una iniciativa que el presidente R. Zapatero ya llevaba en su discurso político antes de ganar las Elecciones de 2004.
Por si acaso las cifras de “atentados contra la vida” que, oficialmente, se manejan en nuestro país fueran poco estremecedoras, se plantea ahora la posibilidad de aumentarlas introduciendo un nuevo “procedimiento mortal”: LA EUTANASIA. Vocablo derivado del griego: "eu" -verdadero- y "thánatos" –muerte; definida en nuestro diccionario como “todo acto u omisión que ocasiona la muerte de un ser humano con el fin de evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial e inhumana de su vida. "Derecho a morir" lo llaman los que promueven la eutanasia y el suicidio asistido. En realidad todos nos vamos a morir, de manera que no hace falta inventar un “derecho” para ello, la naturaleza, queramos o no, se encargará de que nos muramos.
No tenemos por qué, ni debemos apurarnos en este asunto. Si lo que se quiere decir con “derecho a morir” es que todo ser humano tiene el derecho a morir en paz y dignidad, cuando la muerte natural le llegue, entonces no hay nada que objetar. Pero lamentablemente eso no es lo que los partidarios de estos crímenes quieren decir con el falso “derecho a morir”.
Lo que ellos quieren decir es que la persona tiene el “derecho” a que le apliquen la eutanasia, el suicidio asistido o a suicidarse, incluso cuando ella lo estime conveniente.
Estos activistas llegan también a decir la barbaridad de que el acto de matarse a uno mismo o de procurar la ayuda de otros para lograrlo es un “acto final de autodeterminación”, “liberación” o “muerte misericordiosa” (“mercy killing”).
Todos estos términos son eufemismos, es decir, frases bonitas pero engañosas, que intentan esconder la terrible realidad que se pretende promover: la eutanasia, el suicidio asistido y el suicidio. En realidad existe una gran confusión en cuanto al referido vocablo, ya que intereses particulares, sociales, emocionales, ético-morales e incluso políticos hacen que se manipule el verdadero significado de la palabra con objeto de dar cabida a los diversos intereses que se desprenden en cada situación.
Pero es intención de este artículo valorar el sentido de la frase del ministro al respecto de la madurez de la sociedad para aplicar tal ¿“técnica”?. Bien sabe el ministro que dicho procedimiento no es propósito baladí y que debe haber una “delicada e intencionada” preparación del entorno social que acepte, consienta, admita e incluso defienda el debate a favor de la eutanasia. Bien sabe el ministro que hay que moldear, adaptar e instruir mentalidades, conciencias y voluntades para que, “progresivamente”, se vaya aceptando el mensaje “exterminador”. Bien sabe el ministro que ello no es fácil y que necesita tiempo y una adecuada dosis de “manipulación” para maquillar el sentido de la cuestión. Pero para ello no está sólo, cuenta con una colosal “arma mediática”, los medios de comunicación, los cuales se encargarán de hacer el trabajo sucio, se encargarán de mentir sobre lo que “no es”, se encargarán de concienciar a aquellos que, ajenos a la realidad social que nos ocupa y debería preocupar a todos los que nos llamamos personas, viven la vida sin sentido.
Debemos estar preparados, formemos nuestra conciencia frente a las mentiras interesadas del poder político, mediático e interesado de aquellos que ven en la muerte un “derecho interesado”.
Alvaro Vázquez Prat
Provida-Aragon y Médicos por la Vida – Aragón –
Miembro del Observatorio de Bioética de la Un. Católica de Valencia.