Aragón Liberal. 29.10.2007. EL CAMINO DE LA PAZ . El martirio no se busca, se encuentra. Sale al paso de los más adelantados y audaces en las escaramuzas que tienen lugar en las avanzadillas del bien.
mártires
Por: Javier Peña
Quiero ser libre: EL CAMINO DE LA PAZ El martirio no se busca, se encuentra. Sale al paso de los más adelantados y audaces en las escaramuzas que tienen lugar en las avanzadillas del bien. Ellos desempeñan un papel, tal vez, equiparable al de esos glóbulos blancos, los leucocitos, que sucumben luchando contra las infecciones en defensa de nuestra propia integridad. Los mártires son los testigos privilegiados de la fe y sus apóstoles más esforzados. Representan al que da su vida por salvar al amigo; el mayor amor. Conocer las Escrituras es acercarse a la sabiduría y luz para nuestra libertad. La vida de los santos y en especial la de los mártires, forman como una página añadida al Libro Sagrado, un glosario que afianza y fortalece la fe, sacándola de las encerronas de nuestras propias pasiones y de las noches oscuras del alma. Nuestras peores pesadillas no transcurren en el lecho y solemos vivirlas bien despiertos. Han tenido lugar en momentos en los que no veíamos salida a un "gran problema". Entonces hemos sentido como si nos cercara la oscuridad hasta hundirnos en la mayor depresión; atenazados por sombras de muerte. Nada tan negro como la pérdida de la fe y vernos faltos de confianza o de esperanza. Vislumbrar un resplandor o percibir una brizna de aire fresco será, entonces, como despertar de un mal sueño, como una mano amiga a la que aferrarse, un pasar de la muerte a la vida. Ningún regalo es tan maravilloso. Los seres humanos celebramos con cánticos los momentos de mayor alegría, hasta desbordar de felicidad. Expresiones como <<exultante de gozo>> definirán este estado de ánimo y revelarán la dicha de un corazón agradecido. Ningún otro momento puede ser tan propicio para el canto como lo es este, el de la beatificación de nada menos que 498 mártires de la fe en la España republicana, colocando amor donde imperaba el odio. Ellos derramaron su sangre para evitar nuestras claudicaciones de entonces y de ahora, frente al mal. Ser agradecidos es la única respuesta a tanta generosidad, abrillantando nuestras convicciones hasta que resplandezcan y manifestando con nuestras vidas la alegría de ser cristianos. Conocer las escrituras puede ayudarnos a irradiar felicidad, como a Zacarías, con un maravilloso cántico de bendición, porque <<Él nos salvará de nuestros enemigos y de las manos de cuantos nos odian, ejerciendo su misericordia, conforme al juramento que hizo a Abrahán y que cumplió en Jesús, su Hijo, para que le sirvamos sin temor, con santidad y justicia. Él ilumina a los que yacen en tinieblas y los guía por el camino de la paz>>. Javier Peña Vázquez * Málaga