domingo, 3 de junio de 2007

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


Me decía un amigo en cierta ocasión que la Iglesia siempre llegaba tarde, porque el Manifiesto Comunista de Karl Marx en coautoría con Engels se publicó en 1848 y El Capital en 1867 mientras que la reacción de la Iglesia con su Doctrina Social de la Rerum novarum del Papa León XIII, no apareció hasta el 15 de mayo de 1891, casi cincuenta años después.


No sabía qué contestarle; pero llegó a mis manos estos días la conferencia del arzobispo Paul J. Cordes, en APARECIDA el 15 de Mayo de 2007, y leí con asombro lo siguiente, comentando la Doctrina Social de la Iglesia:


"Los cristianos ya practicaban el amor al prójimo mucho antes de la aparición de la Doctrina Social de la Iglesia y de su aplicación concreta. El Hijo de Dios lo instituyó como el mandamiento principal de comportamiento entre los suyos, siendo Él mismo testimonio de ese amor. La Iglesia primitiva ve a Cristo como el Buen Samaritano de la parábola, que asume todos los tipos de heridas y explotación en todos los tiempos y lugares. En los hechos de los Apóstoles se dice de Él: "anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él" (Hch 10,38) Ésta es la descripción inconfundible de Jesús. El Nuevo Testamento relata en diferentes lugares las formas concretas de ayuda espiritual y material. Los escritos posteriores al mismo, reflejan de igual modo la continuidad de esa práctica. Así la Didascalia exhorta al Obispo: "Piensa en los pobres, tómalos de la mano y aliméntalos". Se encuentran indicios de dicha práctica desde Justino, mártir, hasta Tertuliano. El amor al prójimo de los primeros cristianos era hasta tal punto provocador, que los paganos se escandalizaban. Del Emperador Juliano el Apóstata, nos llega el siguiente dicho: "Esos galileos ateos no sólo alimentan a sus propios pobres, sino también a los nuestros".


En los Hechos de los Apóstoles, (4, 32) se lee: "La muchedumbre de los que habían creído tenía un corazón y una alma sola y ninguno tenía por propia cosa alguna, antes todo lo tenían en común. No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido, y lo depositaban al pie de los apóstoles, y a cada uno se le repartía según su necesidad."


Después hubo que pedir limosnas en otros países para atender a los de Judea y San Pablo tuvo que decir a los Tesalonicenses "El que no quiera trabajar, que no coma" (2Te 3,10)


Actualmente, a modo de ejemplo, Caritas Internationalis envió 245 millones de dólares para ayuda a la catástrofe del Tsunami y en Alemania, Cáritas emplea a 500.000 trabajadores profesionales, constituyendo así la segunda mayor entidad patronal en Alemania después del estado.


Monseñor Cordes cita al del Papa Benedicto XVI, que durante su visita apostólica a la tumba de san Agustín en Pavía, hace cosa de un mes, dijo: "...aquí ante la tumba de san Agustín, quisiera volver a entregar idealmente a la Iglesia y al mundo mi primera encíclica, que contiene precisamente este mensaje central del Evangelio: "Deus Caritas est", "Dios es amor" (1 JN 4,8.16). Esta encíclica, sobre todo en su primera parte, debe mucho al pensamiento de san Agustín, que fue un enamorado del amor de Dios, y lo cantó, meditó, predicó en todos sus escritos, y sobre todo lo testimonió en su ministerio pastoral.../...Estoy convencido de que la humanidad contemporánea necesita este mensaje esencial, encarnado en Cristo Jesús: Dios es amor. Todo debe partir de esto y todo debe llevar a esto: toda actividad pastoral, todo tratado teológico. Como dice san Pablo: "Si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1Co 13,3). Todos los carismas carecen de sentido y de valor sin el amor; en cambio, gracias al amor todos ellos contribuyen a edificar el Cuerpo místico de Cristo".


Miguel Vargas Muñoz