miércoles, 6 de junio de 2007

Debilidades personales

Debilidades personales


¿En quien confiar? Todos tenemos debilidades y podemos fallar, pero si no luchamos contra nuestras debilidades personales, si nos dejamos dominar por ellas, ¿cómo vamos a ser fuertes y apoyo seguro en momento de dificultad?


¿Quién no las tiene?. Hombre, las hay de mejor o peor factura. Unas son más o menos llevaderas y otras son un verdadero fastidio no sólo para quien la ha adoptado sino para muchas otras personas que, de alguna forma, tienen relación con aquél. Esta es la razón por la que los personajes públicos deben cuidar, de forma especialísima, que la manifestación de sus debilidades - aunque ésta sólo sea una - no supongan molestias a otras personas. Cuidado exquisito, ese, porque toda persona que se presenta ante el pueblo para orientarle en su camino no debe estar sujeto a debilidades personales sino que debe ser el primero en servir a la justicia, a la rectitud de vida, a la verdad en su total dimensión, Esa es la grandeza y servidumbre del poder; la de negarse a sí mismo para mejor servir a los demás.


La calidad de quien manda se acredita con su actuación en las situaciones difíciles. Mi viejo amigo el marinero, el de su rostro cuajado de surcos labrados por las inclemencias de los fríos y rociones de agua de la mar, me ha dicho muchas veces que el buen marino se acredita en el temporal, cuando el barco cruje con los golpes de la mar y es dominado por las olas que lo hacen cabecear y balancear violentamente; cuando las piernas y los brazos han de hacer mucho esfuerzo para mantenerse erguido; cuando todo el cuerpo y la mente han de estar despiertos y sin asomo de temor mientras que se toman medidas, adecuadas, para lograr que los daños sean mínimos y que el barco pueda llegar a cumplir su misión. Ahí no caben debilidades personales sino aceptar con decisión la misión de mantener a flote la embarcación y, después, seguir avante, con decisión, hasta alcanzar el objetivo señalado.


De vez en cuando alguna de esas personas es noticia porque ha perdido la vida en el cumplimiento de su deber. La mar se lo ha llevado con el abrazo profundo y violento de una gran pasión. Juntos vivieron durante muchos años. Se conocían muy bien, se consideraban y respetaban en sus funciones hasta que algo falló. Entonces se habló de esa persona que había entregado su vida, singladura a singladura, en el cumplimiento de su deber. Entonces apareció en los periódicos alguna fotografía antigua en la que aparecía no como triunfador sino como luchador. Nunca se mostró como ganador sino como persona corriente, de esas que tanto luchan para que los demás puedan vivir mejor, sin que ello les suponga nada especial sino el cumplimiento de la labor de cada día, con esfuerzo heroico en ocasiones.


Ya ves, me decía mi viejo amigo el marinero, así se me ha ido de este mundo mucha gente fuerte, noble y luchadora; gente en la que se podía confiar; gente que nunca te dejaría en las situaciones difíciles; gente que era incapaz de mentir a nadie con palabras ni con sus gestos o acciones.


Desconfía, me decía, de quien busca con afán la notoriedad en una fotografía, aunque en ella pueda aparecer la negación del amor a la verdad. Desconfía de quien esté dominado por sus debilidades personales; te traicionará.


Manuel de la Hera Pacheco.- 4.Junio.2007