martes, 6 de febrero de 2007

Mar adentro. Lo positivo del Apóstol y lo confuso de Ramón

Mar adentro, la contradicción de Ramón San Pedro y la realidad del otro San Pedro.

Los títulos no se eligen al azar, "mar adentro" significaba un acto generoso y abierto a la voluntad divina... y vino la pesca milagrosa.

"Mar adentro"

Cuando se rodó la película sobre del suicidio asistido de Ramón San Pedro, sentí asombro ante su título "Mar adentro". Porque esas palabras tienen unas contradicciones muy profundas con uno de los pasajes más hermosos del Evangelio.

Los apóstoles, "que aún no lo eran" y en concreto Simón el futuro Pedro después de una noche de trabajo inútil no pescó nada, está en la orilla lavando las redes. Jesús al que todavía conoce poco le manda que salga a pescar. Simón obedece, a pesar de que quién le da la orden, no es un hombre de mar y nada debe entender de pesca. Pero obedece fiado de su palabra, y vuelve con la barca llena como nunca.

Esa frase siempre ha tenido el significado de valentía, de fuerza, de saber enfrentarse ante las dificultades de todo tipo, con coraje, con esfuerzo y con fe si somos creyentes.

"Mar adentro" porque el hombre está dotado de cualidades para enfrentarse a la desesperanza y al dolor. Por eso sigo sin entender que una frase con tanta fuerza humana dicha a la orilla de un lago, por Dios hecho hombre, fuera escogida como lema de una acción desesperanzada, triste, de un tirar la toalla y decir no puedo más. Por supuesto, no juzgo a Ramón San Pedro, pobre hombre, desgraciado hombre. Juzgo a todos los que quieren hacernos creer que una muerte digna es no luchar y pedir que te quiten de en medio. No, la muerte digna, es la que nos viene dada por la vida y para un creyente la que Dios permite. Es muy duro ese momento y esa lucha contra el dolor que quiere hundirnos en la desesperación, pero la dignidad está en no dejarse vencer en luchar contra viento y marea, "mar adentro" aunque físicamente seamos una ruina. Vivir o mejor dicho morir así, eso es hacerlo con dignidad, sin miedo a lo desconocido, sabiendo que al final, en la otra orilla de la travesía El nos espera.

Piedad Sánchez de la Fuente

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