A raíz del debate sobre el aborto en Portugal he comprobado que se repiten los mismos argumentos de hace veinte años. Parece que no pasa el tiempo. Sí compruebas que la gente ha mejorado sus conocimientos sobre lo que es la biología aunque me recuerda a cuando estudiabas matemáticas y te aprendías la fórmula sin saber qué quería decir.
He vuelto a ver debates en los que se pretende encontrar el momento en el que, magia, aparece el ser humano; momento que siempre es posterior, curiosamente, a que tengas la oportunidad de abortarlo.
Pero, realmente, creo que hay gente que, sinceramente, se lo cree. Y he llegado a la conclusión de que se produce por la confusión de dos palabras: construcción y desarrollo.
¿Cuándo un coche es un coche? Algunos dirán que cuando tenemos el chasis pues tiene aspecto de coche. Otros que cuando tiene ruedas pues se podría mover. Los más, que cuando le añadimos el motor, "cerebro" del sistema. Por último, los que dicen que cuando tienen los "papeles", habréis identificado entre estos últimos a los que estudiaron Derecho.
En todo este proceso vemos que todo consiste en un ensamblaje de piezas "desde fuera". A nadie se le ocurre pensar que la primera tuerca ya era un coche.
Cuando oigo a gente, incluso mujeres que han abortado, justificarlo con los argumentos como que es un grupo de células, no se mueve y otras pruebas me doy cuenta que, a pesar de saberse la lección de biología del colegio, no entendieron su significado.
"El ser humano no se construye desde fuera, se desarrolla desde dentro". Este es el resumen de una realidad que no se quiere o puede entender. La propia palabra, desarrollo, implica la evolución de algo que ya existe y que comienza de forma autónoma y con un plan desde la concepción (fecundación). A un ser humano no le añadimos las extremidades para que parezca humano, ni el cerebro para que se mueva, ni para él es importante que le den de alta en el Registro. A pesar de su etapa de desarrollo, su esencia está presente en todo el proceso y no surge cuando, de forma arbitraria, consideremos.
Mientras no entendamos esto, seguiremos viendo a un ser humano en desarrollo como un coche e, incluso, no sentiremos nada al interrumpir su "construcción"; hay mujeres y hombres a los que, realmente, le pasa esto.
Siempre he dicho que "las matemáticas hay que entenderlas, no aprenderlas", aunque nos cueste.
Espero que este mensaje ayude a alguien cuando tenga un debate con los "construccionistas".
Cecilio Montañes
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