Por: Javier Peña
Estuve allí como comunicador, he vivido su disponibilidad y entrega, he sido uno de los 1200 afortunados participantes del IX Congreso Católicos y Vida Pública "Dios en la Vida Pública: LA PROPUESTA CRISTIANA". Ahora me toca contarlo. Comenzaré por el principio, por lo que puede preocupar a cualquier fiel laico sobre la sociedad en la que vivimos, señalando inquietudes actuales y posibles respuestas.
Quiero ser libre: VUELTA AL HOGAR Podríamos concebir esta vida como destino final o como un lugar de paso. Es de ver, sin embargo, lo exiguo del momento presente y que esto mismo nos previene contra el riesgo de instalarnos. Podemos y debemos considerar que estamos en la antesala de nuestro hogar ("una mala posada" en palabras de Santa Teresa). Un hogar que hemos de recuperar y preparar desde lo cotidiano, para satisfacer nuestro innato deseo de permanencia. No nos vale el ir sobreviviendo, porque hay que acertar en lo que de verdad importa. Una vida, desgajada de su origen y de su destino, estará vacía y nos conducirá a una falsa seguridad en la nada; nos llevará a las vicisitudes del "mendigo errante" que añora lo que fue o pudo ser y que cae en el tópico conocido como Carpe diem -'aprovecha el día'-. Una pobre invitación a disfrutar del presente sin preocuparse del futuro sobre el que no se quiere pensar. Una actitud en la que se esconde el relativismo de las ideologías progresistas. Un hombre atrapado en sus deseos inmediatos, fácil de conducir desde una "¿Educación para la Ciudadanía?" que nada tiene que ver con una auténtica cultura democrática, ni con los valores del ciudadano. Aquí y ahora, queremos hacer de "lo políticamente correcto", la divinidad pagana a la que someter nuestra conciencia, la "religión" de un estado laicista que secuestra nuestra libertad con falsas promesas de bienestar. Una falacia promovida por ideólogos de la masonería, manteniendo la primera tentación del "seréis como dioses". Una imposición de los totalitarismos expansionistas que nos retrotrae a Antíoco IV y a su persecución religiosa, hace cerca de 23 siglos. Un mundo sin amor y sin esperanzas que se consume en sí mismo. Tenemos la solución y, con demasiada frecuencia, la olvidamos. Un mundo en el que el hombre es un ser digno de ser amado y al que nos comprometemos a ayudar como hermanos. Actitud de servicio que buscará auténticas soluciones para resolver los problemas del hambre y de la nutrición; los del derecho a la vida y de la sanidad; los de las carencias de formación y de la falta de recursos, y los de atención a las familias y de la plena participación de todos en todo, como ciudadanos soberanos e iguales ante la ley. Creemos que esta vida nos prepara para el encuentro definitivo con Dios-Padre, al que hay previamente que aceptar como seres libres y querer. Tenemos "la propuesta cristiana" que hemos de conocer e ir analizando en todo su amplio contenido. Tenemos a Cristo que salva. Javier Peña Vázquez * Málaga