Los liberales estamos cansados de clichés de lo que se ha de pensar y decir. El Estado Español con su prédica de laicismo se está convirtiendo en doctrinario e impositivo de un modo de pensar único que repele un buen liberalismo.
Se confunde laicidad con laicismo
En nuestro país, en los últimos años, se intenta "imponer el laicismo excluyente como si fuera una religión estatal". Los católicos "lo proclamamos bien claro: Iglesia y Estado son dos esferas distintas". En cambio, hay "claves" que permiten "descubrir a quien bajo la etiqueta de la laicidad, en realidad pretende imponer el 'laicismo excluyente' como si de una nueva religión estatal se tratara".
Algunas de estas "claves" pueden ser: la crítica continua de cualquier proposición que proceda de la Iglesia, el intento de que los cristianos no puedan manifestar en público sus creencias, la eliminación de signos y símbolos religiosos (lo estamos viendo con el tema de los crucifijos o con el de los belenes en las escuelas), o la reducción de las creencias a la 'esfera íntima de la persona', privando al cristianismo de su dimensión social.
La laicidad del Estado debe ser respetuosa con todas las confesiones religiosas. El Estado no puede imponer la religión, pero tiene que garantizar que los seguidores de las diversas religiones vivan en paz y en libertad y basada en la fe, que el Estado debe respetar. El problema se presenta cuando, intencionadamente, se confunde laicidad con laicismo.
Jesús Domingo Martínez
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