lunes, 17 de marzo de 2008

No nos van a dejar jubilarnos.

 
 
Europa y Estados Unidos están preocupados por el envejecimiento de la población y la necesidad de ampliar la edad contributiva en las pensiones. El economista André Sapir, de Bruegel, afirma que "las tendencias demográficas exigen que se retrase la jubilación" y según parece en las encuesta de Harris para el International Herald Tribune los europeos así lo entienden como necesario. (Ver Aceprensa "resignados a jubilarse más tarde")
 
Y se está dando una dualidad. Por una parte los europeos adelantan cuanto pueden la edad de la jubilación, en concreto los españoles, con italianos, alemanes, franceses e incluso norteamericanos desearían jubilarse antes de los sesenta. La edad legal de jubilación es de 65 y los españoles piensan que se jubilarán por encima de esa edad.
 
En Europa la natalidad y el relevo generacional tienen que ver con este problema. Porque ¿de verdad que tendremos la energía y fuerza esperada a los 65 años para seguir? La experiencia es que la longebidad creciente tiene también sus achaques.
 
España es, dentro de la Unión, el país de tasa de fecundidad más baja de Europa, con 1,38 en el 2006; de tal modo que el aumento de población y empleo ha sido sólo posible con la inmigración, y ha supuesto un importante cambio cultural. (Ver Aceprensa "estímulos a la natalidad para rejuvenecer la población")
 
La dependencia de los mayores pasará en Europa del 25% en el 2004 al 53% en el 2050. Una región de viejos. Y de eso somos conscientes.
 
Y sin embargo en España la política de natalidad es de las más bajas de Europa, la familia es diluida de modo "discriminatorio" con otros modelos que no aportan nada a la consolidación de la población, los mensajes de los medios de comunicación y del gobierno son disolventes de la unión familiar. Una profunda paradoja.
 
No es de extrañar, que para ahorrar gastos, quieran introducir rápidamente el modelo holandés de la eutanasia para "reducir costes"... y eliminar "mayores sobrantes". Una planificación donde "sobra gente" y donde no se aplican medidas.
 
Y estas medidas de reducción poblacional encajan en el nuevo culto al "medio ambiente" y en la consideración del ser humano como la "mayor plaga del planeta".
 
Hoy en día el "progresismo" trabaja en marchas forzadas contra la propia humanidad y no nos damos cuenta.
 
frid

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