Cuando alabamos a nuestras madres hacemos algo bíblico, "bendito sea el vientre que te llevó" y, "por ahora" todos tenemos madre, aunque algunos la tengan de encargo y otros ignoren su nombre por haber sido abandonados.
Cuando alguien alaba la maternidad no insulta a quien no es madre.
Cuando alabamos a nuestras madres hacemos algo bíblico, "bendito sea el vientre que te llevó" y, "por ahora" todos tenemos madre, aunque algunos la tengan de encargo y otros ignoren su nombre por haber sido abandonados.
El dolor de los matrimonios sin hijos no debería ser tan amargo que rezumase rencor a los que los tienen. Muchos matrimonios sin hijos han plasmado su "paternidad" en los hijos de amigos o de hermanos. Han querido y se han dejado querer por otros hijos y han paliado su vacío o frustración.
El dolor del que no conoce a su madre no puede ir contra el que la conoce, puede hacer el mundo más hermoso desde su propia vida no repitiendo la secuencia triste del abandono.
El dolor del que perdió un hijo no puede ser tan amargo que no tolere el ruido inocente de los juegos infantiles al lado de su puerta.
El dolor amargo es "envidia" y no hace bien a nadie. El dolor sosegado es "verdadero dolor" y admite consuelo.
Mi amiga Mari Carmen, no crea que la Josefa a la que escribe su queja por alabar la maternidad le odia porque usted no es madre, porque ¿Acaso odia una madre?
Cuando alabamos a nuestras madres hacemos algo bíblico, "bendito sea el vientre que te llevó" y, "por ahora" todos tenemos madre, aunque algunos la tengan de encargo y otros ignoren su nombre por haber sido abandonados.
El dolor de los matrimonios sin hijos no debería ser tan amargo que rezumase rencor a los que los tienen. Muchos matrimonios sin hijos han plasmado su "paternidad" en los hijos de amigos o de hermanos. Han querido y se han dejado querer por otros hijos y han paliado su vacío o frustración.
El dolor del que no conoce a su madre no puede ir contra el que la conoce, puede hacer el mundo más hermoso desde su propia vida no repitiendo la secuencia triste del abandono.
El dolor del que perdió un hijo no puede ser tan amargo que no tolere el ruido inocente de los juegos infantiles al lado de su puerta.
El dolor amargo es "envidia" y no hace bien a nadie. El dolor sosegado es "verdadero dolor" y admite consuelo.
Mi amiga Mari Carmen, no crea que la Josefa a la que escribe su queja por alabar la maternidad le odia porque usted no es madre, porque ¿Acaso odia una madre?
frid