la IPPF, federación mundial dedicada a la planificación familiar, está presionando a la ONU para que se brinde "educación sexual exhaustiva" a los niños de diez años: "Los dirigentes pueden redefinir el sexo y la sexualidad (…) como fuente de placer, derecho humano y expresión del ser", piden el acceso ilimitado a los servicios sexuales.
La tarea educativa guía, instruye y desarrolla las capacidades intelectuales y morales del niño, como ser dotado de intelecto, alma y cuerpo. Pero la IPPF, federación mundial dedicada a la planificación familiar, está presionando a la ONU para que se brinde "educación sexual exhaustiva" a los niños de diez años: "Los dirigentes pueden redefinir el sexo y la sexualidad (…) como fuente de placer, derecho humano y expresión del ser", piden el acceso ilimitado a los servicios sexuales, "sin restricciones religiosas, administrativas…sin el permiso de los padres". Para esta entidad, el ser humano desde la más tierna infancia, no es un ser sexuado, sino una bomba erógena que hay que hacer explotar mediante la disciplina y el ejercicio genital, multiplicando así los contagios sexuales y abortos que tanto preocupan por su imparable crecimiento. Su malicia, envuelta una vez más como derecho humano, es innegable. Hoy sabemos que la sexualidad, cuanto más precozmente se ejercita, trastorna más gravemente la afectividad, la psique y el cuerpo de nuestros jóvenes que acaban convirtiendo el sexo en idolatría, estigmatizando tanto la virginidad como la maternidad. La sexualidad humana es un tesoro tan grande como profanado, y encuentra su sentido creador de nuevas vidas en la nobleza del compromiso matrimonial. Educar en la perversión no es educar sino formar una sociedad corrupta. Violar la potestad paterna, un crimen.
Cristina Téllez
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