jueves, 12 de febrero de 2009

¡QUIERO VIVIR!


 

Cuando empieza y cuando acaba, en todas sus etapas, la vida es una oportunidad única que no puedo repetir y que quiero que sea plena. No me contento con una vida epidérmica, la preciso en cuerpo y espíritu para que, de verdad, sea mi vida; sin desperdiciar ni un solo ápice de la misma.

Ahora, no sabría explicar aquellas sensaciones, pero sí puedo decir que aún conservo la huella que me dejó aquella magnífica interpretación, la que se nos brindó en: ¡Quiero vivir! Un film que trasluce la enorme desesperación de quien se queda sin esa oportunidad. "Terrible historia de una mujer condenada a la cámara de gas, magníficamente relatada por Robert Wise. Su puesta en escena insufla un halo trágico a un drama desgarrador, donde la maravillosa Susan Hayward arrasa literalmente la pantalla en cada secuencia" (M.A.Palomo).

Vivir está tan enraizado en nuestro ser, en mi vida, que no puede depender de las circunstancias del momento, de nuestras dichas o desdichas, de nuestro estado de ánimo y ni tan siquiera de nuestra salud, porque todo forma parte de ella y es lo que la hace real y única. Yo no puedo desertar de ser y consecuentemente de vivir. García Morente, reflexionando sobre su conversión y sobre su decidida apuesta por la Vida (había llegado a pensar en el suicidio), nos venía a decir: "Hay algo en mí que no siendo mío me es dado y que acepto como mío". Algo, que San Pablo, la antítesis del "judío errante" porque él sabía a donde y para qué iba, lo llamaría efecto de la Gracia.

Si no hay amor, la vida está vacía. Se vive desde la entrega y en el compromiso de cada instante. Desde ese servir para servir que da contenido a nuestra existencia y que nos permite descubrir la perla fina que hay en cada gota de rocío y la mina de oro que se esconde en cada sonrisa. Vivir es una búsqueda permanente de la verdad liberadora y sólo se logra cuando no nos escondemos de nosotros mismos y aceptamos nuestra propia realidad; la mejor que tengo, la única que me puede hacer feliz. Nuestra gran enemiga no es la muerte, sino la soledad, el mayor de todos los infiernos. Una vida tiene mucho de personal, pero es incompleta sin los demás, sin el otro. Incluso diría que decepcionante porque no somos seres aislados.

Pensemos, ahora, en cuantos son privados de este don sin que puedan hacer nada por evitarlo, sobre todo en momentos de indefensión porque no les dejamos nacer o porque, desde una falsa piedad, les arrastramos a un final anticipado. Los que somos incapaces de dar el amor y de tener el valor que nos están demandando cuantos sufren en y desde la soledad. El que tengo a mi lado.

Javier Peña Vázquez  *  Málaga

No hay comentarios: