martes, 16 de diciembre de 2008

El aborto como algo nocivo. Estudio del British Journal of Psychiatry

16.12.2008.

En Aragón Liberal

Los efectos secundarios del aborto

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El debate se hace más agudo


ROMA, domingo, 14 diciembre 2008 (ZENIT.org).- El aborto y la vida han sido uno de los temas calientes en estas últimas elecciones en Estados Unidos. Y, a juzgar por las últimas noticias, el tema seguirá estando en el centro de atención.


Según un estudio publicado en el número de diciembre del British Journal of Psychiatry, las mujeres que tienen un aborto corren un riesgo mayor de desarrollar problemas mentales.


El 30 de noviembre, el Medical News Today publicaba un resumen del estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda. El estudio se basaba en la investigación de un grupo de más de 500 mujeres nacidas en la ciudad de Christchurch, al sur del país.


Las mujeres fueron entrevistadas seis veces entre los 15 y los 30 años. Además de preguntas sobre sus embarazos y abortos, también se les dio cada vez asistencia sobre salud mental.


En el grupo hubo un total de 686 embarazos, de 284 mujeres, antes de que alcanzaran los 30 años de edad. De estos hubo 153 abortos, que implicaron a 117 mujeres.


Los investigadores encontraron que las mujeres que habían abortado sufrían un 30% más de problemas mentales que las demás mujeres.


No obstante, el estudio concluía que los efectos del aborto son sólo responsables de un efecto moderado en la salud mental de las mujeres. Según los investigadores, el estudio no apoya la conclusión de que el aborto tiene un efecto "devastador" sobre la salud mental de las mujeres, pero rechazan claramente la postura proabortista de que el aborto no tiene ningún efecto nocivo.


"El aborto es probable que sea un acontecimiento estresante y traumático en la vida que coloca a los expuestos a él en un riesgo modestamente creciente de problemas comunes de salud mental", concluían los autores.


Estudios en conflicto


El tema del aborto y la salud mental ha estado en el centro del debate durante algún tiempo. A principios de este año la American Psychological Association (APA) declaraba no haber encontrado evidencias creíbles de que el aborto cause problemas mentales, informaba el Telegraph de Londres el 18 de agosto.


Brenda Major, presidenta del grupo de trabajo sobre el tema de la APA, reconocía, no obstante, que es más incierta la evidencia de riesgos de salud mental asociados con las mujeres que tienen múltiples abortos.


Según el Telegraph el equipo de trabajo descubrió que algunos estudios encontraron que las mujeres que han abortado experimentan sentimientos de tristeza, de pena y de pérdida, y algunas pueden incluso sufrir depresión. Al mismo tiempo afirmaban que no había evidencias de que esto lo causara el mismo aborto.


Las conclusiones de la American Psychological Association no quedaron sin respuesta. El Family Research Council (FRC), declaraba en una nota de prensa el 14 de agosto que las conclusiones del equipo de trabajo no siguen los estudios revisados por el mismo.


"Otros expertos han observado que los criterios de selección para incluir los estudios son enormemente sesgados, y que el informe no ha cuantificado el número de mujeres a las que es probable que afecte el aborto", comentaba el presidente de la FRC, Tony Perkins.


"Existe consenso entre muchos eruditos de las ciencias sociales y médicas en que un mínimo del 10% - 30% de las mujeres que abortan sufren consecuencias psicológicas graves, prolongadas y negativas", afirmaba.


El psicólogo Vicent Rue también disentía de la American Psychological Association, según un reportaje publicado el 9 de septiembre por LifeNews.com.


Rue afirmaba que la postura de la APA está en las antípodas de la declaración hecha pública el año pasado por el Royal College of Psychiatrist de Gran Bretaña. La organización británica advertía que el tema "permanece sin una resolución plena", que era necesario un estudio adicional y que las mujeres deberían tener acceso a asesoramiento sobre las posibles consecuencias.


Rue también hacía referencia a un artículo del 23 de agosto el periódico médico británico The Lancet, que advertía que, a pesar las declaraciones de que el aborto es psicológicamente sano para las mujeres, existen riesgos.


No es algo trivial


The Lancet, explicaba Rue, afirmaba que, aunque no hay un nexo causal entre el aborto y la enfermedad mental, el hecho es que algunas mujeres experimentan problemas psicológicos tras un aborto y esto no debería trivializarse.


La declaración del Royal College of Psychiatrist a la que se refería Rue era incluso más explícita en cuanto a los riesgos del aborto. Según un artículo publicado el 16 de marzo por el Times de Londres, las mujeres pueden correr el riesgo de graves disfunciones en su salud mental si abortan.
El Royal College of Psychiatrist recomendaba poner al día los folletos informativos sobre el aborto para incluir detalles de los riesgos de depresión. "No puede haber consentimiento informado sin proporcionar una información adecuada y apropiada", afirmaba.


No son sólo las mujeres las que sufren tras un aborto. A principios de año en una conferencia de activistas pro vida en San Francisco se oyó hablar de los efectos del aborto en los hombres, informaba el Los Angeles Times el 7 de enero.


La sesión más impactante, afirmaba el artículo, presentaba el testimonio de dos hombres cuyas parejas abortaron. Jason Baier declaró a la audiencia que había sufrido años de depresión y adicciones. "No podía quitarme de la cabeza lo que había perdido".


"La verdad viva de la experiencia de las personas es muy dura como para dejarse de lado", afirmaba Vicki Thorn, que está a cargo de programas de asesoría post-aborto para la Iglesia católica. "Ya es hora de que... afirmemos el dolor que sufren los padres", afirmaba, según el Los Angeles Times.


El mito de los abortos ilegales


La depresión no es el único tema controvertido en cuanto a los efectos secundarios del aborto. Las organizaciones de presión en contra de la vida están a favor de permitir el aborto para prevenir que las mujeres corran el riesgo de morir como resultado de abortos ilegales.


Este mito es falso según el padre Thomas J. Euteneuer. En un artículo publicado el 6 de junio por LifeNews.com, contaba la experiencia de Nicaragua, donde se ilegalizó el aborto en el año 2006.
En su momento los activistas pro aborto sostuvieron que esto significaría que más mujeres morirían debido a los abortos de trastienda, pero de hecho los datos del Ministerio de Sanidad de Nicaragua muestran un descenso en la mortalidad maternal.


En el 2007 apenas hubo 21 muertes de madres, en comparación con las 50 del año anterior.
El padre Euteneuer explicaba que, junto con la prohibición del aborto, las autoridades aumentaron los servicios prenatales para las mujeres embarazadas, junto con una mayor atención médica durante el parto.


Una letal herida


Benedicto XVI trataba el tema del aborto el 12 de mayo hablando a los miembros del movimiento pro vida italiano. Declaraba que tres décadas de aborto legalizado en Italia han llevado a una caída en el respeto por la persona humana.


El Pontífice reconocía que son muchas y complejas las causes que pueden llevar a la dolorosa decisión de llevar a cabo un aborto. Al mismo tiempo, continuaba, la Iglesia sigue proclamando que toda vida humana es sagrada.


Permitir el aborto no ha resuelto los problemas a los que se enfrentan las mujeres, sostenía el Papa, por el contrario, sólo ha añadido otra herida a una ya sufriente sociedad.
Benedicto XVI pedía un aumento del apoyo a las madres y a las familias, junto con un continuado esfuerzo para defender la vida humana.


"Para los cristianos permanece siempre abierto, en este ámbito fundamental de la sociedad, un urgente e indispensable campo de apostolado y de testimonio evangélico: proteger la vida con valentía y amor en todas sus fases", observaba.


"Quien profana al hombre, profana la propiedad de Dios", añadía. Un pensamiento acertado, dado los millones de abortos que han tenido lugar en los últimos años.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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