Continúa la terrorífica campaña de "Un solo hijo". Anti-vida en China.
Population Research Institute.
Por Steven Mosher
La campaña de abortos forzados golpeó la provincia sureña china como un huracán devastador. El gobierno provincial decidió que estaban naciendo demasiados bebés. Se les advirtió a los funcionarios locales que volarían cabezas si es que no cumplían con las cuotas de control poblacional. La reacción inmediata de éstos fue salir a la caza cientos de mujeres y arrestarlas por el crimen de estar embarazadas. Estas mujeres fueron llevadas a la fuerza a hospitales y clínicas, donde tuvieron que abortar contra su voluntad. Y no importó que los embarazos de esas mujeres hubieran pasado el punto de viabilidad o incluso si ya estaban en labor de parto. Asesinaron a sus bebés de todas maneras.
El párrafo anterior podría haber sido una descripción fiel de lo que presencié en la provincia china de Guangdong en los años 1979 -1980. Y en realidad, esto es lo que está sucediendo ahora mismo en la vecina provincia de Guangxi. Es lo que ha sucedido provincia tras provincia durante los últimos 27 años en China. La terrorífica campaña de un solo hijo que empezó antes de 1980 continúa vigente en nuestros días, violando la dignidad de las mujeres y destrozando a las familias en todo el territorio chino.
En Guangxi se concentra cerca de un tercio de la población china. Esta región es una de las más desarrolladas del país, donde mucha gente tiene teléfonos celulares y acceso a Internet.
De hecho, la única cosa inusual acerca de esta última campaña es cuán rápidamente se han esparcido las noticias fuera de China sobre estas atrocidades. La provincia de Guangxi no queda muy lejos de Hong Kong. Poco después de haber empezado la campaña en mayo de este año, llegaron las primeras noticias, primero a la colonia británica y de ahí al resto del mundo. Guangxi, al igual que Guangdong y Hong Kong es una provincia de habla cantonesa. Es también una de las regiones más desarrolladas de China, donde mucha gente tiene teléfonos celulares y acceso a Internet. Fue con la ayuda de estos medios como las víctimas de esta terrorífica campaña comunicaron sus sufrimientos al resto del mundo.
En realidad fue Radio Pública Nacional (RPN), organización financiada con dinero de los contribuyentes y es el similar del programa de Rush Limbaugh, la que divulgó la noticia de la campaña de un solo hijo y ésta se mostró en la Edición Matinal. Describía con horrorosos detalles el drama de Wei Linrong, residente de Guangxi.
Ella y su esposo, Liang Yage, ya tenían un niño pero querían un segundo hijo. El señor Liang fue arrestado cuando su esposa que, estaba en el sétimo mes de embarazo, fue forzada a abortar a su hijo. Los Liangs son cristianos y, coherentemente con su fe, no están de acuerdo con el aborto, reportó RPN.
El diario Hong Kong y la prensa extranjera también reportaron que funcionarios locales estaban imponiendo multas excesivas a las mujeres que han estado dando a luz a un segundo hijo. En algunos casos estas multas fueron equivalentes a los ingresos percibidos en varios años.
En respuesta a esas duras tácticas se presentaron disturbios en 28 ciudades en toda la región. Cientos de ciudadanos enfurecidos salieron a las calles, tomando por asalto los edificios del gobierno, rompiendo ventanas, destrozando muebles y atacando vehículos. Algunos alborotadores incluso trataron de prender fuego a los edificios. Tras sofocar los disturbios, el gobierno regional llamó a cientos de efectivos de la policía armada.
La compasión de la prensa extranjera estuvo sin lugar a dudas a favor de las víctimas de los abortos forzados. La Edición Matinal del RPN no solo contó la historia de los Liang, sino también la de otras mujeres chinas cuyos bebés fueron abortados semanas antes de nacer, y en algunos casos, a tan sólo unos dias. El diario Los Ángeles Times publicó fotos a todo color de los disturbios y escribió la historia de los campesinos que iniciaron la revuelta porque consideraron que "ya era suficiente". Incluso el New York Times se metió en el pleito con un artículo extenso acerca de los trágicos índices de abortos realizados en las mismas ciudades a jóvenes chinas solteras (al parecer le tomó al Times varios días entender la tendencia pro-aborto de esta información.)
La Agencia de Noticias Xinhua del gobierno, reaccionando a la cobertura de los medios extranjeros, ensayó una forma de controlar los daños. Xinhua afirmó que sólo 28 personas fueron arrestadas tras los disturbios, un número que parece ridículamente bajo dadas las circunstancias. Xinhua también manifestó que los aldeanos detenidos en la revuelta en lugar de pagar condena recibieron consejería: 4200 miembros del partido comunista fueron enviados a esa área para reunir a los aldeanos y dialogar sobre sus quejas para así aliviar la tensión en las 28 ciudades donde se dieron las protestas. Lo que Xinhua no reveló fue que esos "consejeros" estaban armados.
Los arrestados, sea que hayan sido 28 o varios cientos que es lo más probable, no podían esperar ser bien tratados en la cárcel. Se supo recientemente de un abogado invidente, uno de los dirigentes activistas en China contra los abortos forzados, que fue golpeado severamente mientras estuvo en la cárcel. Grupos de Derechos Humanos dicen que los oficiales de prisión ordenaron a los reclusos golpearlo luego de resistirse a dejarse rasurar la cabeza e insistir en reclamar sus derechos legales. Lo único inusual de todo esto fue el hecho que no hayan sido los propios oficiales los que lo golpearon.
¿Cuántos millones de mujeres más deberán sufrir un aborto forzado antes que los líderes de China se den cuenta que la política de control natal que han adoptado los llevará a la bancarrota a largo plazo?
Es peligroso cuestionar la política del Partido Comunista, pero algunas personas al interior de China ya lo están haciendo. Entre ellas está Ye Tingfang, un profesor de la Academia China de Ciencias Sociales (ACSS). Recientemente el profesor Ye dio una declaración insinuando que "En un inicio se creía que nuestra gran población podría ser un obstáculo para nuestro desarrollo económico. Pero tras el paso de las últimas décadas, la experiencia nos ha mostrado lo contrario. Japón, por ejemplo, tiene poco en cuanto a recursos naturales y sin embargo se jacta de tener una de las mayores densidades poblacionales del mundo, y aún así tiene una de las economías más prósperas de los países del primer mundo. Esto demuestra que el trabajo es la mayor fuente de riqueza.
Japón se jacta de tener una de las mayores densidades poblacionales del mundo, y aún así tiene una de las economías más prósperas de los países del primer mundo.
O mejor dicho, los seres humanos constituyen el recurso primordial del planeta.
Steven Mosher es el Presidente del Population Research Institute